“Mis viejos me bancaron la carrera”. Esa frase hoy necesita un update. Muchos de los jóvenes de clase media que fueron a la universidad privada en la Argentina a partir del 2001, aunque trabajaran, no tenían que pensar en la cuota mensual. Era común que los padres se ocuparan de cubrir el gasto. Pero los millennials del país versión 2019 están pidiendo, por necesidad, una extensión de “crédito”. Es que también, en distintos niveles, necesitan que les financien su vida adulta. Y hasta su maternidad y paternidad. Porque no hay salario que alcance.
La tendencia es global. Y el misterio es cómo podrían los millennials “cortar el cordón umbilical financiero con sus familias”. Así lo dice The New York Times por los menores de 40, que tienen “los salarios estancados y los costos de bienes raíces, cuidado médico y cuidado familiar que se han disparado”. Casi calcado, o peor, es el nuevo desafío económico de los argentinos treintañeros -o los que están por llegar- en el contexto de una inflación que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) cerró este jueves en 3,8% para febrero.
Y el aumento en colectivos, trenes, subtes, electricidad, prepagas y celulares, también de algunos alimentos, especialmente la carne, subió el pedido de ayuda a fin de mes hacia padres y madres. No es un “por esta vez”. Para los expertos, la financiación parental, siendo ya adultos, se percibe como natural “si los padres pueden”… Y, ¿pueden?
“Los que hoy tienen entre 20 y 35 años son capaces de seguir viviendo con sus padres sin que les pese. Tanto en lo personal (formar pareja, tener hijos) como en lo profesional (culminar el rol de estudiante, construir una profesión, comenzar a ganar dinero) quieren vivir intensamente. Y si necesitan ayuda de sus padres para eso, tampoco sienten culpa por recibirla”, explica a Clarín Mariela Mociulsky, Directora de la consultora de investigación e innovación, Trendsity. Es que en uns ciudad encarecida como Buenos Aires, tener título, trabajo estable y saber idiomas no es garantía de poder prescindir de apoyo económico.
Según un reporte de 2018 hecho por la empresa Country Financial,
Obvio que alquilo, no queda otra. Mis viejos no me ayudan con los gastos. Pero sí nos ayudan cuidando a nuestra hija. Y ahí sí que nos resuelven algo que de otro modo sería un gasto fuerte”. Fernando
Me estoy por ir a vivir solo, pero lo puedo hacer porque mis viejos me pagan la carrera. Lo veo como algo normal”. Francisco
más del 50% de los estadounidenses de entre 21 y 37 años recibieron algún tipo de ayuda económica de un padre, tutor o familiar desde que cumplieron 21. El 41% lo necesitó para pagar la factura del celular, el 32% para comida y nafta, el 40% para el alquiler y el 32% para la prepaga. ¿Qué pasa en la Argentina?
Antes de que hablen los números, hay que entender qué hay detrás del habitus del millennial argentino.
La economía millennial se define porque es la primera generación donde el dinero no es la principal motivación. Aunque sí quieren cobrar lo que es justo. “No hay un apego económico. No buscan un trabajo donde quedarse toda la vida (vivieron cómo en el 2001 sus padres fueron despedidos o tuvieron que cerrar sus negocios). No tienen la ambición económica anterior, de ahorrar para comprarse una casa o sacar un crédito. Piensan más en trabajos que los gratifiquen en el hoy. Por eso luego la dependencia económica tiende a estirarse. Viven con sus padres hasta los 35 años, porque no podrían costear un alquiler”, explica a Clarín Mariano Otálora, director de la Escuela Argentina de Finanzas Personales.
Así, los millennials no toman la ayuda de sus padres como algo incómodo. En todo caso, sienten que no les queda otra. Y lo reconocen.
En diciembre Clarín reveló que para tomar un préstamo de vivienda ajustable por inflación, “crédito UVA”, a 30 años, que permita comprar un dos ambientes en un barrio medio de la Ciudad, un millennial tiene que ganar al menos $ 130 mil al mes. El banco les va a pedir $ 33 mil por cuota. O sea, alquilar es el único camino.
“Obvio que alquilo. Mis viejos no me ayudan con los gastos”, dice a Clarín F. un millennial de 33 años que pide preservar su nombre (aunque acepta foto), que trabaja como administrativo y que vive en un departamento de Nuñez con su mujer y su hija. “No estudié. Mis viejos no me ayudaron a pagar la carrera”, agrega. Está sentado en las escaleras de la UADE esperando a su mujer, otra treintañera, que pudo estudiar de grande gracias a que sus padres le cuidan la nena.
La financiación familiar no siempre es económica. A veces incluye el “servicio no remunerado” del cuidado de los nietos mientras trabajan o estudian. Según cada convenio, en Argentina las empresas pagan un monto fijo para guardería, en caso de no tener salas maternales, para niños de hasta 5 años. Pero el dinero no siempre está actualizado a valores reales.
Un estudio hecho por TD Ameritrade afirma que un cuarto de los millennials argentinos que ya son padres recibe “ayuda por hora” de sus pro– pios padres. Ya sea para limpieza del hogar o con los hijos. El 18 % dice que no podría mantener sus vidas si no recibieran ese apoyo. El mismo estudio asegura que más de la mitad de los que tienen hijos sufren la “ansiedad generalizada de no poder ganar lo suficiente para mantenerse a ellos mismos y a sus familias”.
Otro estudio, de la consultora PWC Argentina, afirma que sólo el 24% de los millennials tiene conocimientos básicos de finanzas y sólo el 27% re- curre a consultas para invertir. Esto se debe a que a esta generación no le gustan los intermediarios, como las inmobiliarias, las concesionarias y los bancos. Un informe de Accenture dice que 7 de cada 10 estaría felices si los servicios financieros estuviesen provistos por Apple o Google. Aún así, aunque tengan la posibilidad de acceder a créditos -una masa de millennials que en el país se achicó por la suba del dólar- prefieren acudir a sus familias.
Los centennials -hasta 22 años- ya no tendrán de lidiar con los dilemas económicos de la generación anterior. Se los proyecta como los jóvenes/adultos “de la movilidad”, es decir, que en vez de pensar en “tener” un auto pensarán en “acceder” a un auto, es decir, pedir un Uber.
Francisco Ginebra, que está por cumplir 18 años, es uno de ellos. Vive en Pilar con sus padres y trabaja cuatro horas a la mañana y cuatro a la tarde en una inmobiliaria. Está por irse a vivir solo. Los padres le pagan la carrera. “Aunque estudie Artes Escénicas”, bromea. Le parece “más que normal” que lo ayuden ahora y en los años que vienen.
“Puede ser que algunos de mis compañeros no reciban apoyo económico de sus padres por no haber estudiado Arquitectura, Abogacía o alguna carrera así que suene a ‘te va a servir para ganar plata’. Pero no lo veo entre mis amigos de Pilar. Es obvio que si te pueden ayudar te van a ayudar siempre”, sentencia.
Melody Edelstein estudia Derecho en la UADE. Sus tíos le pagan la carrera. Vive sola en San Cristóbal. No tiene que enfrentar un alquiler y puede cursar las 5 materias por cuatrimestre. Un dato que le da solvencia por sobre sus pare: es propietaria. “Si no tenés alguien que te impulse económicamente es medio difícil en estos momentos. Necesitarías dos trabajos y cursar menos materias”, explica.
Melanie Ferraro están en la misma sintonía. Es de Lanús, trabaja en una concesionaria y por eso hace 4 materias en la misma facultad que Melody. “En el trabajo me dan los horarios para cursar. Pero llego muy cansada y hacer 5 materias me parece mucho. Si no tenés ayuda, si por tu propia cuenta enfrentás todo, con los sueldos que nos dan a los millennials, de 20 mil pesos o menos en promedio, no te podés pagar nada. La facultad misma te sale ese monto”.
En una ciudad cara como Buenos Aires tener título y trabajo no alcanza para prescindir de los padres.
Si no tenés alguien que dé un impulso económico todo se hace muy difícil en este momento. Yo tengo la suerte de que mis tíos me pagan la carrera”. Melody.
Fuente: Vivir sin la ayuda de los padres, una meta difícil para millenials de clase media – Clarín