Ella ganó este año el premio Embajadora 2020 del Programa Nacional de Emprendedores para el Desarrollo Sustentable (Proesu), del que participaron 200 concursantes, se presentó con un video en Fashion Tech Week de Nueva York y la revista Vogue destacó su trabajo.
Bergottini creó un emprendimiento llamado Karu Mbegue, nombre guaraní que significa “alimentarse” y hace referencia “al crecimiento de los microorganismos que sintetizan el biomaterial como también al cambio de conciencia de que los nuevos materiales deben nutrir el planeta”, contó a Télam la investigadora.
El biomaterial que obtuvo se llama Tilex (tela de hilex, nombre científico de la yerba mate) en honor a la planta “que me abrió muchas puertas”.
“Obtuve el material a partir de microorganismos que se cultivan en un mate cocido y se sintetizan”, contó a la especialista, que reside en Buenos Aires, lugar que eligió luego de haber estado becada en la Universidad de Neuchâtel, en Suiza.
Llegó al país europeo en 2011 luego de recibirse en la Universidad Nacional de Misiones y de trabajar en investigaciones relacionadas con desarrollos sustentables para el agro en la provincia de Buenos Aires.
“En Misiones me aboqué a realizar investigaciones relacionadas con la yerba mate, específicamente sobre inoculantes, ya que había investigaciones sobre ponifenoles para bebidas y demás, pero no había nada sobre la parte productiva y ambiental”, resumió.
Con ese proyecto “fui a Suiza por nueve meses y me quedé cuatro años. Descubrí que la yerba mate también tiene esa cosa de la empatía en el exterior”.
Logró apoyos para investigar porque además “se valoró que trabajara con un producto que tiene que ver con mi origen y porque siempre la idea fue volver y aplicar en mi país lo que aprendí. Entendí que cuando se quiere algo, se encuentra la forma y a las personas que acompañan el proceso”, compartió la científica.
Cuando regresó a su provincia natal se dio cuenta que sus investigaciones “dificultaban la transferencia hacia la sociedad. Entonces me replantee mi carrera: muchos años de investigación para publicar en revistas científicas sin generar un impacto social real. Mucho esfuerzo. Había que canalizarlo de manera productiva, salir del laboratorio”.
Así, llegó a la ciudad de Buenos Aires y trabajó en una startup con proyectos de biotecnología, y a la par, comenzó a estudiar diseño de moda porque “necesita hacer algo artístico”.
“Era la rara del grupo, porque era mayor que las demás, científica y tenía que aprender todo”, resumió su paso por la Escuela Argentina de Moda.
Allí “terminé de descubrir lo que estaba buscando, porque hicieron un concurso de moda sustentable. El requisito era elaborar un material, una textura diferente. Y me puse a investigar”, contó la emprendedora.
“Descubrí la biotecnología aplicada a la moda y al arte y vi el potencial del negocio. Comencé a practicar en casa técnicas de biofabricación. Obtuve los primeros materiales a partir de la yerba mate y la stevia, y los teñí con pigmentos naturales”, explicó Bergottini.
Con su primer experimento exitoso listo hizo “un prototipo de vestido que es un atentado al buen gusto”, compartió con buen humor, una característica constante durante toda la charla.
El año pasado se empezó a vincular con personas que trabajan en biotecnología, se presentó a concursos y ahora como una de las ganadoras de Proesu recibe asesoramiento del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) para ensayos técnicos, con el fin de obtener la certificación de que es apto, en este caso, para vestidos y accesorios de moda.
“La moda y el diseño está buscando desarrollos innovadores con producción circular, es decir, productos de residuos del agro, para darle un valor agregado y aplicarlo al talento de los creadores”, concluyó la científica. Télam