Como un dato notable de los cambios en la geopolítica y economía mundial, comenzó este sábado en Bangkok la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático. La cita se produce sin la presencia de Donald Trump que había sido especialmente invitado y con el régimen chino ocupando todo el espacio y camino a coronar en este foro la alianza económica de libre comercio más grande del mundo.
La ASEAN, un bloque defensor del liberalismo económico y que ha sido crítico de las políticas proteccionistas aplicadas por Estados Unidos, abrió el encuentro con la celebración de la sesión plenaria de los países miembros, a la que seguirá el domingo y lunes las sesiones con China y una delegación de bajo perfil despachada por EE.UU. Beijing, en cambio, envió a su primer ministro Li Keqiang a una cita en la que apuesta cuotas de enorme influencia.
El largo enfrentamiento comercial entre estas dos potencias mundiales y sus efectos sobre la economía global es uno los temas centrales de la cumbre. El ciclo de crecimiento planetario se ralentizó debido a ese enfrentamiento según dictaminó el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. El ministro filipino de Comercio, Ramón López, reconoció a la prensa que las medidas aplicadas por Washington y Beijing “afectan de manera negativa al crecimiento económico” de su país y el resto de las naciones.
El plato fuerte del foro de Bangkok y al que hay que prestar especial atención es la tercera ronda de negociaciones de líderes de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP) donde se marcha a concretar la firma de un megatratado de libre comercio que aunaría a más de un tercio de la economía mundial. La República Popular ha venido ocupando foros alrededor del mundo reclamando la liberación del intercambio comercial y repudiando el proteccionismo de Washington.
China es el integrante más poderoso y principal impulsor del RCEP, que también incluye a Australia, Corea del Sur, Japón, India, Nueva Zelanda. A ellos se unan los diez miembros de la ASEAN, formada por Birmania, Brunéi, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam. El ministro filipino precisó que 15 de las naciones han mostrado su completa conformidad al pacto negociado, pero que todavía “esperan a un país”. No lo dijo pero se refería a la India que ha tenido suspicacias respecto a la influencia creciente de China.
La delegación de la india, representada al máximo nivel, esta encabezada por el primer ministro, Narendra Modi.
La importancia de ese convenio lo dan los números. El RCEP, cuyas negociaciones se iniciaron de manera formal en la ASEAN de 2012 celebrada en Camboya, engloba una población de 3.400 millones de personas -el 47 % de la población mundial- y un Producto Interior Bruto de 22,6 billones de dólares, superior a EE.UU. y el 32,2 % del PIB mundial. También aglutina el 29 % del comercio mundial y el 32,5 % de la inversión mundial.
A pesar de los grandes datos que presenta el megatratado, las negociaciones han sido lentas y complicadas y desde hace ya cinco años las dirigentes políticos de las naciones implicadas aseguran reiteradamente estar cerca de alcanzar un acuerdo, para al final postergarlo al año siguiente.
Entre los obstáculos que han impedido el avance, se encuentran precisamente los temores de Nueva Delhi a que el RCEP acabe dañando la manufactura local e India se vea inundada por productos fabricados en China. Beijing sugirió a fin de avanzar con el acuerdo dejar que India se asocie en una etapa posterior del RCEP.
La ausencia de Trump en una cumbre de este significado, no sorprendió a los analistas. El presidente norteamericano, en una de sus primeras gestiones tras llegar a la Casa Blanca, anuló la participación de EE.UU. en un acuerdo tras-pacífico que impulsó el ex presidente Barack Obama. Esa iniciativa pretendía aislar comercialmente a China. Un dato del desdén de la Casa Blanca, es que en la delegación que envió a Bangkok figura el ministro de Comercio Wilbur Ross pero también su asesor de seguridad nacional Robert O´Brien. La decisión de Trump de bajar el perfil de esta cumbre, liberó al gigante asiático para aumentar su influencia en la región e insistir en asumirse como el adalid del libre comercio arrebatando esa bandera a Washington.
“Es un tema sin trascendencia. Ni en conversaciones informales entre delegaciones se ha tratado el asunto”, dijo el ministro filipino sobre la ausencia del mandatario estadounidense.
Además de los asuntos económicos, la agenda de la cumbre también incluye asuntos de seguridad, sanidad, desarrollo de la región o medidas destinadas a combatir la contaminación y la lucha contra cambio climático, entre otros temas.
Bangkok. Agencias. EFE e informes de Clarín