Todos podemos vencer nuestros miedos

Por Bernardo Stamateas
Colaboración Especial

Todos experimentamos diversos miedos en las distintas etapas de nuestra vida. Aquellos frente a peligros reales no deben ser superados porque nos alertan y permiten que nuestros ojos se abran, que nuestra respiración sea más profunda y que la sangre se movilice hacia donde se necesita. Pero además experimentamos miedos que no son reales y se van construyendo con el tiempo.
En diferentes edades tenemos distintos miedos: a los ruidos, a los movimientos, a los desconocidos, a los seres imaginarios, a la oscuridad, al rechazo, al abandono, a la crítica y al bullying, entre otros. Los padres jamás deberíamos retar o ridiculizar a nuestros hijos por sus temores. Por el contrario, debemos alentarlos sin obligarlos a no tener miedo.

Los temores humanos tienen relación directa con el nivel de poder que tengamos. Así como es tu poder, será tu miedo. Quien posee más poder que el estímulo que lo asusta podrá enfrentarlo y vencerlo. Entonces lo importante en verdad es cultivar más poder, en lugar de tratar de eliminar nuestros miedos.

Comparto cuatro formas de moverse con poder:

1. Poder con cordialidad
Una persona puede tener el poder que le brinda el conocimiento, o el dinero, o la buena salud o los contactos. Se trata en realidad de capacidades para sobrevivir. Pero si yo tengo el poder del conocimiento y, además, trato bien a la gente, tendré poder con cordialidad. Seré un líder y los demás me seguirán y me apreciarán. La cordialidad nos asegura que no emplearemos el poder para dañar a nadie.

2. Poder sin cordialidad
Quien tiene poder, pero carece de cordialidad se vuelve agresivo. Y a alguien violento nadie lo quiere cerca. El tacaño, por ejemplo, tiene el poder del dinero, pero no desea pagar por nada, todo lo quiere gratis. No hay nada más peligroso que el poder sin cordialidad porque no solo transmite hostilidad, sino que provoca temor en los demás.

3. Cordialidad sin poder
Muchos no tienen poder porque no pudieron estudiar ni prepararse para una profesión. Pero poseen la capacidad, que han sabido cultivar, de tratar bien a los demás. Es la gente que consideramos “buena”, que no le hace mal a nadie, pero por lo general no avanza en la vida.

4. Ni poder ni cordialidad
Es el caso de la persona que se percibe a sí misma como débil a lo que se suma su hostilidad. Como no tiene poder, elige agredir a otros. Son aquellos que generan ira en los demás.

Para llevarnos bien con quienes nos rodean, tenemos que contar tanto con poder (diversas capacidades) como con cordialidad (la habilidad de tratar bien). Porque cuanto más poder tengamos, menos temores sentiremos y más empoderados seremos frente a las diferentes situaciones que nos presenta la vida.