Un informe reciente de Unicef reveló que en el NEA el 37,9 por ciento de los niños, niñas y adolescentes sufre alguna privación de derechos. Por lo tanto, al menos cuatro de cada diez chicos son pobres desde una perspectiva multidimensional.
“La pobreza es más que la escasez o insuficiencia de ingresos que afecta a las personas o a los hogares. Esto es especialmente relevante cuando se aborda la pobreza infantil, ya que esta tiene características específicas que le dan un sentido de urgencia porque el riesgo de que se vuelva permanente es más alto que en el caso de los adultos y sus consecuencias pueden ser irreversibles”, expresa un informe recientemente publicado por Unicef.
El organismo internacional presentó un documento en el cual expresa una medición de la incidencia de la pobreza monetaria y de las privaciones no monetarias en la población infantil de Argentina. Se basa en los resultados de la Encuesta Permanente de Hogares que tiene cobertura en 31 aglomerados urbanos del país, entre ellos Corrientes. El abordaje es multidimensional, ya que contempla privaciones de acceso a derechos básicos.
“Vivir en pobreza durante la infancia significa no asistir a la escuela ni aprender, saltar una de las comidas o ir a dormir con hambre, no tener zapatos o vestimenta digna, estar privado de atención médica y expuesto a enfermedades, vivir en un hogar sin agua potable, electricidad, en espacios inseguros y en condiciones de hacinamiento o enfrentarse a muchas otras carencias. Estas realidades tienen consecuencias negativas, al igual que la posibilidad de que se reproduzca en la siguiente generación, y comprometan el presente y futuro de las niñas y niños que la viven, así como el desarrollo económico y bienestar social del país”, expresa el documento.
Los resultados que arroja el estudio de Unicef son más que alarmantes. “En la Argentina, el 48 por ciento de las niñas y niños son pobres desde una perspectiva multidimensional no monetaria”, enfatiza el documento. El concepto de pobreza utilizado en este caso, por lo tanto, implica la privación en el ejercicio de al menos uno de los siguientes derechos, enunciados en la Convención de los Derechos del Niño: educación, protección social, vivienda adecuada, saneamiento básico, acceso al agua segura y un hábitat seguro.
De acuerdo con Unicef, en la región, el 37,9 por ciento de los niños, niñas y adolescentes del NEA registran incidencia de privaciones no monetarias, es decir, es pobre, desde un abordaje multidimensional. En tanto, el 21,5 por ciento sufre pobreza extrema.
Las estadísticas más elevadas se observan en el Gran Buenos Aires, donde la incidencia alcanza al 58,5 por ciento de la población infantil. En el Centro, al 45,1 por ciento; en el NOA, al 42,2 por ciento. En Cuyo, al 33,6 por ciento. En la Patagonia, al 29,7 por ciento.
En el Nordeste prevalecen privaciones relacionadas con la protección social, el acceso a un hábitat adecuado, el saneamiento, la educación. En menor medida, aparecen los casos de carencia relacionados con la vivienda y el agua.