En ocho días se deberían definir los candidatos a presidente y legisladores nacionales, ese fue el espíritu de la ley que creó las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (Paso).
Pero los argentinos siempre logramos revertir el espíritu de las cosas y más de las normas. Las Primarias del próximo domingo 11 se han convertido en la primera vuelta electoral en la que se comenzará a definir quién conducirá el país desde el 10 de diciembre.
El analista político y director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, Rosendo Fraga, aseguró hace algunos días que la clave de las Paso será a qué diferencia queda Cristina Fernández de los 45 puntos.
No sólo Fraga sostiene que si Fernández alcanza votos por el 45 por ciento tendrá una victoria asegurada el 27 de octubre. ¿Nadie menciona a Alberto?
También el círculo rojo de este país que presiona por una victoria de Mauricio Macri coincide en esas proyecciones. Por eso le envió un ultimátum a Macri: debe al menos perder por 3 puntos de diferencia en las Paso, ya que todo se define en octubre.
En las últimas semanas, producto de algunos movimientos internacionales relacionados directamente con el guiño del presidente Donald Trump al bajar las tasas de la Reserva Federal; esas exigencias se flexibilizaron hasta los 5 puntos. Es decir que Macri puede darse el gusto de perder hasta por 5 puntos, pero no por más, ya que lo contrario significaría una victoria segura de los Fernández.
Con esas proyecciones o no, las Primarias serán la primera vuelta electoral y la contienda se dirimirá en octubre. Sólo pensar en un balotaje en noviembre genera picos de tensión que repercuten directamente en el dólar, las tasas, los mercados, como sucede ante cualquier eventualidad que potencie a los Fernández.
En el Gobierno nacional son optimistas, luego de un par de aciertos que revalorizaron al macrismo. Aciertos que dejaron atrás la pésima imagen de marzo y abril.
El macrismo también cuenta con los favores que en el propio seno del Frente de Todos se intentan evitar, pero que se suceden unos tras otros por la polémica de la boleta corta o boleta larga, o por las declaraciones de algún delfín kirchnerista que parece tomar revancha para con sus propios “compañeros”.
Será una elección entre el miedo y la decepción. El electorado elegirá entre esas dos alternativas. Una encrucijada que no resulta fácil de digerir.
El espacio de Roberto Lavagna se ha ido desmembrando de a poco y hoy casi no tiene algún peso electoral que le permita soñar con ser la tercera opción en discordia.
Los problemas con las listas en Buenos Aires hicieron mella en el armado del ex ministro de economía de Néstor Kirchner, que se dice radical pero que no forma parte del partido de Alem.
En ese limbo anda Lavagna, en la búsqueda constante de un horizonte que lo conduzca a mejores puertos. Cosa que no sucederá este año. Algo parecido le sucede a Luis Espert, que ostentó glorioso la latente posibilidad de robarle votos a Macri. Esos electores decepcionados de Mauricio, que los hay y mucho, pero que tras el operativo reconquista que instaló Juntos por el Cambio parecen volver al redil.
La cuestión no está definida pese a que muchos pretendan instalar esa idea. Estas últimas horas de campaña serán determinantes para el resultado del domingo 11, que ya no son Primarias, sino primera vuelta y que comenzará a definir la cuestión para octubre, es decir, las elecciones generales que se convirtieron ahora en segunda vuelta.
Fuente: El Litoral
Fecha: 3/8/2019