No hay trabajos para mujeres y trabajos para hombres. Lo que hay son trabajos con cultura masculina. También, machista. Oficios que en forma tradicional, por costumbre y por arbitrariedad, fueron y todavía son tierra de hombres. Uno de esos lugares lo ocupó -y aún ocupa- el manejo de colectivos.
Ahí, como en el subte, el tren, el avión, el taxi o el barco, el hombre es mayoría. Pero de a poco esa hegemonía empieza a romperse. Tras la inauguración del último tramo del Metrobus de ruta 8, dos mujeres colectiveras ahora se verán en los casi 8 kilómetros de carriles exclusivos, entre el Camino del Buen Ayre y la avenida General Paz.
Son Natalia Bustos y Daniela Leiva, choferes de la línea 78, que conecta Villa Adelina con Chacarita. Las dos integran la flota de choferes desde hace dos meses, y no hubieran llegado hasta ahí de no ser por otra mujer: Érica Borda.
Borda fue chofer de la línea 140 por
Érica Borda reclamó y logró un fallo a favor. Hoy conduce las unidades de la 130.
más de diez años, hasta que en 2010 la echaron. Y cuando buscó trabajo en otras empresas se encontró con una respuesta repetida: “No tomamos mujeres”. No importaba su experiencia ni referencias, en el centro se ponía su género y ser mujer era sinónimo de rechazo para conducir.
Pero lejos de bajar los brazos, llevó su reclamo a la Justicia. Con el patrocinio jurídico de la Defensoría General de la Nación presentó un amparo contra el Estado nacional y tres empresas de colectivos: Transporte Escalada SAT -169 y 175-, Transportes Avenida Bernardo Ader -130- y Los Constituyentes S.A.T -78, 87, 111 y 127-.
El proceso duró seis años. En octubre pasado, la Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo la respaldó: determinó que esas empresas deben contratar mujeres hasta alcanzar el 30% de su planta de conductores. Además, a partir del caso de Borda, la Secretaría de Trabajo de la Nación creó un registro de mujeres aspirantes choferes.
Sin esas condiciones, ni Natalia Bustos ni Daniela Leiva hubiesen podido manejar un colectivo. “En febrero del año pasado hice la escuela para conductores de transporte público. La hice porque quise, sabía que no me iban a contratar por ser mujer o que me iban a agarrar el CV y después olvidarse, pero fue un lugar que quise ocupar”, contó ayer Natalia Bustos a Clarín.
Era mediodía y ella había vuelto de su jornada de trabajo, una que hoy cambió, al sumar el tramo faltante del Metrobus de Ruta 8: los 700 metros entre la calle Sáenz Peña y la General Paz, que permiten que los colectivos crucen entre Capital y Provincia.
“Gracias a Érica Borda pude anotarme en el registro. Lo hice en enero y hacia marzo-abril me empezaron a llamar”, dijo. Primero hizo el recorrido acompañada de un instructor, después empezó a conducir sola. La reacción de los pasajeros cuando la encuentran al volante es así: “Mujeres y hombres me felicitan. Al finalizar el viaje en Chacarita muchos se acercan a alentarme: manejás muy bien”, describió Daniela.
La experiencia para Natalia es similar: “Para mí, la conducción es una vocación. Hace más de 10 años que quería ser chofer. Gracias al reclamo de Érica Borda yo estoy sentada acá”. Pero no sólo en el trabajo a las mujeres les cuesta llegar a dominar el terreno de la conducción.
Del total de 21.832.125 licencias de conducir emitidas entre 2010 y 2018, apenas tres de cada 10 (5.935.024) son de mujeres, según la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV). Los especialistas hablan de la brecha de género en lo salarial como una de las razones para explicar el desfasaje. Aunque también destacan el factor cultural y la violencia machista en la calle como otros limitantes.
“Hoy está la posibilidad de ser conductora de transporte público, así que invito a todas las mujeres que quieran a que lo hagan”, propuso Natalia. Mientras que Daniela agregó: “Aprovechen la oportunidad y no duden en aprovecharla”. ■
Fuente: Clarín
Fecha: 4-9-2019