“Los periodistas debemos volver a las fuentes y chequear todo lo posible”

La pandemia del COVID-19 también trajo consigo nuevos desafíos que deben afrontar los medios de comunicación y la ciudadanía en general, al momento de vincularse a la información. Laura Zommer, directora ejecutiva y periodística del medio digital “Chequeado”, en una entrevista con época habló sobre infodemia y las recomendaciones a la hora de informarse.

on la aparición del virus COVID-19 en el mundo, los vínculos sociales cambiaron pero también aparecieron en escena la desinformación y los rumores, junto con la manipulación de la información con intenciones dudosas. En la era de la información, este fenómeno se amplifica mediante las redes sociales, propagándose más lejos y más rápido, como un virus. En este contexto, la Organización Mundial de la Salud desmentió desde el inicio de la pandemia varios rumores sobre el coronavirus y alertó de no compartir información falsa y no verificada. Pero ¿cómo podemos distinguir lo que es falso y lo que es verdadero?

A solicitud de época, la directora ejecutiva y periodística del medio digital “Chequeado”, Laura Zommer, se refirió al término infodemia, el rol de los periodistas y las recomendaciones básicas para un ciudadano común a la hora de informarse.–

-¿Cuáles son las diferencias de estos tres términos: infodemia/desinformación/fake news?

“Infodemia” es un término acuñado este año por OMS a raíz de la sobreabundancia de información y desinformación asociada a la pandemia del COVID-19, que está circulando actualmente.

Por su parte, el concepto “desinformación” es más complejo y abarcativo que el de “fake news”. Mientras que este último se refiere a contenidos creados en su totalidad con el objetivo claro de perjudicar o producir algún resultado, ya sea económico o político, la desinformación abarca contenidos que incluyen otras posibilidades. Por ejemplo, mensajes sacados de contexto, textos con una parte de verdad y una parte de mentira, humor sin aclaración de que lo es, entre otros. Es por esto, que la “desinformación” es tanto más difícil de combatir que lo que entendemos por “fake news”. En Chequeado utilizamos la tipología desarrollada por la organización First Draft, que diferencia siete tipos de desinformación.

Por otro lado, los chequeadores decidimos no utilizar el término “fake news” porque, además de que no es el único tipo de desinformación que circula, no concebimos conceptualmente a la desinformación como una noticia falsa. Una “noticia” es, por definición, un suceso real, extraordinario y novedoso que merece ser contado; si está creado, no es una noticia y por eso nos resulta contradictorio el término. Además, distintos líderes políticos de derecha y de izquierda (como Trump, Bolsonaro o Cristina Fernández de Kirchner), se han apropiado del concepto para referirse a los diarios o medios que los critican y así lo vaciaron del contenido original y nosotros preferimos no reforzar esos posicionamientos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) acuñó hace algunos años el término infodemia.  En el marco de las noticias sobre el coronavirus, se usa para señalar la gran cantidad de información falsa que circula y se comporta de forma similar a una epidemia nociva, pero en este caso, de rumores y mentiras que se generan durante la pandemia.

-La OMS ha denominado a la infodemia como un fenómeno igual de peligroso que el virus, ¿cuál debería ser la postura de los periodistas y de los medios en este contexto?

No sé si la infodemia es tan peligrosa como el virus, pero la OMS advirtió que es un problema que tenemos que combatir, estar prevenidos y atentos.

La posición de los periodistas debe ser más profesional y más rigurosa que nunca antes (o, por lo menos, más que nunca antes en los más de veinte años que llevo ejerciendo la profesión) ¿Por qué? Porque los periodistas fuimos formados y trabajamos para llevar certezas a nuestra audiencia o comunidad. Eso se espera de nosotros cuando nos dedicamos a notas, noticias o crónicas. Pero en una pandemia, con una enfermedad nueva sobre la que la ciencia no tiene certezas sobre muchos aspectos, lo más responsable y cuidado que podemos entregar hoy los periodistas a la gente es la confirmación de esa falta de certeza.

“No sé si la infodemia es tan peligrosa como el virus, pero la OMS advirtió que es un problema que tenemos que combatir, estar prevenidos y atentos”.

Para eso, pienso que siempre antes de publicar, los periodistas debemos hacernos dos preguntas: ¿Estamos aumentando innecesariamente el pánico de la gente? El miedo estará presente durante la pandemia y, por momentos, puede ser incluso funcional para cuidarnos entre todos. Pero el pánico inmoviliza y puede llevar a una toma errada de decisiones por lo que debemos ser cuidadosos con no fomentarlo. Por otro lado, ¿estamos acercando una esperanza infundada a la gente? No quiere decir que nunca podamos dar buenas noticias, sino que no debemos presentar esperanzas que no podamos respaldar en la evidencia disponible.

Los periodistas debemos volver a las fuentes del periodismo y chequear todo lo posible, valernos de los periodistas científicos y de los expertos en todo lo que podamos. Además, tenemos que tener una precaución extra y considerar que, por ahora, no hay expertos en coronavirus SARS-CoV-2 y que en un tema tan sensible, la subjetividad y los deseos de nuestras fuentes también juegan. Somos los periodistas los encargados de matizar lo que recibimos de las fuentes y producir artículos basados en los mejores datos y la evidencia disponible que, como mencioné antes, no produzcan ni pánico, ni falsas esperanzas.

-¿Cuáles son las recomendaciones básicas para un ciudadano común a la hora de informarse?

Es muy importante tener cuidado con aquello que más nos llama la atención. Estar especialmente precavidos con las mayúsculas y los títulos rutilantes. Cuanto más impactante es el contenido, más necesitamos verificarlo. Revisar cuál es la fuente del contenido es vital. Y corregirse si uno compartió un contenido que luego advierte que es falso, también.

Por otro lado, una de las cosas positivas que creo que nos dejará la pandemia es un mayor cuidado en nuestro consumo informativo porque, ojalá, sepamos identificar mejor cuáles y quiénes son fuentes confiables y quiénes, no. Además, frente a la incertidumbre, creo que seremos más lo que entendamos que cuidarnos es reemplazar el “comparto por las dudas”, que las más de las veces genera miedo o falsas esperanzas, por el “por las dudas, no comparto”. De esa manera seremos menos permeables a los contenidos desinformantes.

-¿Cuál es el impacto a nivel social de la infodemia en Latinoamérica en particular?

No sería coherente que contestara sin tener los datos e investigaciones de campo que midan los efectos. Ojalá seamos capaces y haya recursos suficientes para medir los impactos no sólo en EEUU y Europa, como suele medirse, sino también en América Latina.

Las hipótesis, basadas en datos nuestros a través de lo que recibimos en Chequeado, es que las emociones exacerbadas por la situación de la pandemia más el incremento de las horas en pantalla que se produce durante la cuarentena y el encierro hacen que la desinformación circule más que en otros momentos. Y la desinformación es un fenómeno que nunca es bueno; en tanto, tener buena información es, en principio, una condición necesaria para tomar mejores decisiones.

De todas maneras, para contestar con un grado mayor de certeza y de rigurosidad, es necesario que avancen investigaciones.

Cuanto más impactante es el contenido, más necesitamos verificarlo”.

-¿Hay un vínculo entre la infodemia y la discriminación a personas que contrajeron el virus y también en el caso de los profesionales de la salud? (Muchos han sido discriminados en Argentina, por ejemplo, y ante el miedo de contagio pedían que se vayan de los edificios en los que viven).

En general, las desinformaciones trabajan con sesgos y prejuicios de las sociedades en las que operan y eso suele verse reflejado en los contenidos que circulan. En este caso, identificamos casos y algunos patrones que fueron modificándose, pero que estuvieron asociados con las personas que podrían contagiar el virus. Comenzó con los orientales, luego siguieron los “ricos” o quienes venían del exterior, más adelante, médicos y enfermeros que están más en contacto con el virus por su profesión. Para saber si estos patrones son oportunistas o fijos en el tiempo post-pandemia, es necesario ver cómo evoluciona e investigar en el campo. Es difícil imaginar que, una vez pasado este momento, los médicos sigan siendo víctimas de ataques discriminatorios.

-¿Con la pandemia del COVID-19 se ha acentuado la necesidad de un organismo de control o regulación de lo que circula en Internet/ redes? Y ligado a esto, ¿podría existir algún control (sin que sea censura o violación de la libre expresión) de las informaciones/contenido que se viralizan en la red?

En primer lugar, en Argentina rige la Convención Americana sobre Derechos Humanos y en su artículo 13, relativo a la libertad de expresión y el derecho a la información, no dice que estemos obligados a decir verdad. No podemos saltar esa condición por alto. La única regulación posible, en ese marco, es por odio racial o religioso, pero no por la verdad del contenido en sí.

Teniendo esto en cuenta, pienso que una intervención estatal puede convertirse en un remedio peor que la enfermedad. Es por eso que la respuesta de Chequeado siempre apunta a desarrollar mayor capacidad crítica en la sociedad y más educación.

Por otro lado, existe actualmente la posibilidad de que cuando una desinformación genera un daño, se “pague” por ese daño. No por la expresión en sí, pero sí por el daño que generó. Por ejemplo, hubo un caso de una persona que salió a decir que había infectados en el Hospital Posadas y el director denunció que había bajado la cantidad de donaciones de sangre en los días subsiguientes. Por eso creo que las medidas más efectivas y menos nocivas para la libertad de expresión en temas relativos a la desinformación tienen que pasar por resolver, con las normas vigentes o nuevas, las situaciones en las que las desinformaciones generan efectos nocivos.

El foco debería estar en subir el costo para esos actores de mala fe, siempre teniendo en cuenta que la desinformación como fenómeno no incluye solamente a estos actores que buscan ganar dinero o poder sino a millones de personas que, por ignorancia, desconocimiento o características de las redes mismas, somos vehículos y facilitadores de este fenómeno.

¿Qué es Chequeado?

Chequeado es un medio digital no partidario y sin fines de lucro que se dedica a la verificación del discurso público, la lucha contra la desinformación, la promoción del acceso a la información y la apertura de datos.

Chequean las afirmaciones de políticos, economistas, empresarios, personas públicas, medios de comunicación y contenidos virales de redes sociales y los clasifican como “verdadero” o “falso” según su consistencia con los hechos y datos a los que se refieren.

Fuente: http://diarioepoca.com/1063216/los-periodistas-debemos-volver-a-las-fuentes-y-chequear-todo-lo-posible/