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“Al terminar la reunión me pidió que me quedara (…). Deslizó su mano, subiendo suavemente por mi muslo, hasta muy arriba, por debajo de mis pantalones cortos. Luego tomó mi cabeza entre sus manos y me besó en las mejillas y luego en la boca. Yo no entendía nada. ‘Será nuestro secreto’, me dijo.
El relato pertenece a Francois Devaux, una de las víctimas del grupo de boy scouts que el cura pederasta Bernard Preynat había creado en el sur de Francia. Francois, que en ese momento tenía 10 años, fue sólo uno de los niños abusados por el sacerdote en las décadas del 80 y 90.
Hace tres años, atormentado por episodios como el que describe, Devaux (36), junto a su ex compañero Alexandre Dussot-Hezez, fundaron la asociación La Parole Liberée para denunciar las atrocidades de Preynat. Poco a poco, más de 80 personas se presentaron a la entidad para contar los abusos que habían sufrido a manos de este sacerdote.
En 1991 surgieron los primeros rumores sobre los “pecados” de Preynat. Las autoridades de la diócesis de Lyon lo interrogaron y le impidieron dirigir grupos de scouts, pero más tarde se olvidó todo y volvió a trabajar junto a niños. Inclusive bajo la protección de la jerarquía católica francesa continuó ocupando cargos importantes en la zona de Lyon hasta 2015.
Justamente ese año Devaux y Dussot-Hezez decidieron actuar al enterarse de que iban a ascender a Preynat a puestos de autoridad. Ambos recurrieron al arzobispo Philippe Barbarin y le contaron detalles de los abusos que el cura había cometido contra los niños de su congregación.
Pero al ver que no pasaba nada, denunciaron los hechos públicamente. Preynat, de 71 años, está actualmente retirado, fue imputado por la justicia francesa por agresión sexual y su juicio podría celebrarse a fines de este año.
“Yo fui una de las víctimas del padre Bernard Preynat, debió haber sido en los años 77/ 78. No quiero describir todos sus actos porque se asemejan a los que describen muchas otras víctimas de los ex scouts. Me ‘entrenó’ en las diferentes salas de la parroquia, en su habitación, en su tienda de campaña durante los campamentos y también en la parte inferior de un autobús cuando regresaba de un viaje de esquí. Comenzó casi de inmediato cuando llegué a los Scouts y prácticamente todos los sábados estaba pasando algo. La vergüenza fue tal que puse fin a eso con una carta que le escribí. Luego me envió una postal con la Virgen María y unas pocas palabras de simpatía”, relata Olivier, quien ahora tiene 46 años.
Los abusos resultaron devastadores para la niñez de Olivier. “Yo era un niño amable, fácil y tranquilo, y este es probablemente el criterio de elección para este tipo de depredador. Estos actos afectan el cuerpo y el alma de un niño y la conciencia todavía no puede decir que no a esa edad. Imposible contra un sacerdote, una autoridad que todos parecían amar”.
Este escándalo conmovió a la sociedad francesa y tuvo su expresión en la película “Grâce à Dieu” (Gracias a Dios), del director francés François Ozon. En el último Festival de Berlín ganó el Gran Premio del Jurado. El nombre del filme es una gran ironía sobre el encubrimiento que practica la Iglesia Católica con los casos de pederastía. Fue tomado de una frase que dijo el cardenal Barbarin cuando en una conferencia de prensa le preguntaron sobre los abusos de Preynat. El prelado respondió que “la mayoría de los hechos, gracias a Dios, están prescriptos”.
Preynat no ha hablado públicamente sobre el caso, pero ha escrito cartas a algunas familias confesando sus abusos. “Los hechos se repitieron regularmente durante dos años. No puedo decir cuántas veces, pero fueron muchas. Sus gestos eran cada vez más opresivos. Me besó en la boca, acarició la parte baja de mi espalda, los muslos. Sus manos avanzaron hacia dentro de mis pantalones cortes y me tocó el sexo. Luego me hizo tocar el suyo. Yo me preguntaba si estaba bien eso. Estaba paralizado”, recuerda Cirilo (46).
Todas las víctimas de Preynat explican que el sacerdote los convencía de que era correcto lo que les hacía, aprovechando la inocencia de los chicos y el peso de su jerarquía eclesiástica. Todo esto ocurría bajo la protección ominosa de la cúpula de la diócesis francesa.
Fuente: Clarin [/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]