Por Guillermo Laura
Publicado en infobae.com
La Argentina carece de moneda, el sistema bancario es raquítico y no genera depósitos suficientes para poder financiar un desarrollo vigoroso.
El peso moneda nacional acusa el efecto de la inflación más grande y persistente de la historia de la humanidad, superando por 181 veces la Gran Hiperinflación Alemana de 1921. El nivel general de precios aumentó en Argentina 816 billones (millones de millones) de veces entre 1946 y el presente. Ello invalida dos de sus funciones esenciales: ser Unidad de Medida confiable y Reserva de Valor. Queda limitada tan solo a su tercera función: ser un instrumento de cambio, en este caso imprevisible.
Si el valor del peso se deteriora permanentemente, si la inflación es crónica (se estima que este año no será inferior al 52%), si fluctúa caprichosamente, si oscila alocadamente, es lógico que sea inservible como patrón estable para medir el valor de los bienes y como reserva de valor que atraiga el ahorro y las inversiones.
Esta desenfrenada inflación además de dejarnos sin moneda ha destruido el sistema bancario, hoy es el más pequeño y raquítico de toda América, representa apenas 14% del PBI. El país está último en el ranking de la bancarización con relación al PBI, detrás de Haití, Bolivia y Paraguay y de todos los demás países del continente.
Tarea incumplida
¿Quién es el responsable de crear una moneda que pueda cumplir cabalmente todas sus funciones esenciales? ¿Cuál de los tres Poderes del Estado es el principal responsable de la grave falencia actual? El Congreso de la Nación que según el artículo 75, inciso 11 debe “Hacer sellar moneda, fijar su valor y el de las extranjeras”. El Congreso comete una doble omisión: no fija el valor de la moneda doméstica que es su poder adquisitivo y tampoco fija el valor de la divisa internacional que es el dólar.
La única alternativa probada para lograr en forma inmediata una moneda estable a perpetuidad, es crear una moneda indexada ontológicamente estable conforme a las enseñanzas de la Escuela inglesa del Siglo XIX con economistas de la talla de Alfred Marshall y de Irving Fisher, tal como hizo Chile hace 53 años cuando el Presidente Eduardo Frei Montalva creó la UF, Unidad de Fomento que ha hecho posible el formidable crecimiento de la economía chilena.
La UF chilena ha tenido cero por ciento de inflación durante 53 años, mientras el dólar en idéntico lapso subió 805%. Esa estabilidad monetaria le ha posibilitado al país vecino disponer de crédito bancario abundante a 25 años de plazo con interés del 3% anual, y generar enormes inversiones que han hecho posible su vigoroso desarrollo.
La Argentina, en cambio, en lugar de crear su propia moneda soberana, se ha recostado sobre el dólar recurriendo transitoriamente a la convertibilidad. El resultado ha sido un rotundo fracaso. Este año la inflación superará el 52% anual y la economía está estancada desde hace más de una década. Tenemos la combinación más letal para la economía: stagflation. Estancamiento con inflación crónica.
Se necesita crear una moneda soberana de curso legal y forzoso indexada para que sea estable a perpetuidad y permita prestar a largo plazo sin quebrantos para el sistema bancario y sus ahorristas, que tienen que tener de antemano certeza plena de que al vencimiento del préstamo se les va a reembolsar íntegramente el capital con sus intereses, sin pérdida alguna de poder adquisitivo.
Los recursos están
La Argentina tiene todos los insumos y elementos para un vigoroso programa de desarrollo de nuestra economía, que permita superar las carencias básicas que son pocas, apenas cuatro, pero de gran volumen y valor: vivienda digna, redes de agua potable, cloacas y gas natural, caminos pavimentados, y la Red Federal de Autopistas.
Todos estos bienes se pueden construir movilizando recursos que están en oferta excedente en la Naturaleza, como la tierra, la arena, la piedra y el cemento que no es otra cosa que piedra molida y calentada a 1.300 grados con gas natural, que también tenemos en abundancia en Vaca Muerta.
La Argentina es el único país del mundo que reformó su Constitución -1957- para garantizar al Pueblo vivienda digna. Promesa que nunca se cumplió y hoy tenemos millones de habitantes viviendo en barrios precarios ignominiosos.
Pero el Plan de Desarrollo no se agota con las viviendas. Este es sólo el inicio del Gran Plan. Apenas un aperitivo.
Se necesita, además, construir 80.000 km de redes de servicios de agua potable, cloacas y gas natural, 100.000 km de caminos pavimentados y 13.500 km. de autopistas para garantizar conectividad a todo el territorio nacional.