Dialogamos con docentes y alumnos que llevaron adelante el Proyecto de Extensión “Embarazo Adolescente”.
El proyecto se inscribió en el marco de la política de extensión universitaria de la Licenciatura en Psicología de la Facultad de Psicología, Educación y Relaciones Humanas de la Universidad de la Cuenca del Plata, dentro de la línea de la Psicología Comunitaria.
Participaron del mismo, estudiantes de la carrera de la Licenciatura en Psicología, comprometidos no solo en su formación, sino convencidos del rol social transformador de la realidad de las comunidades más vulnerables.
El desarrollo de este proyecto tuvo como destinatarios directos niños, niñas y adolescentes de 6° y 7° grado de la escuela primaria del Barrio Carpincho Macho de la ciudad de Resistencia y como destinatarios indirectos a padres, docentes y referentes barriales.
En una pequeña pero muy enriquecedora entrevista a los alumnos: Carám Sabrina y Jovanovich Drago, pudimos reconocer el compromiso y profesionalismo con el que los estudiantes de nuestra Universidad llevaron adelante este proyecto, como así también una gran vocación por parte de cada uno de ellos.
– ¿Por qué decidieron participar del proyecto de extensión?
“En primer lugar porque nos apasionó el tema, nos interesaba la idea de trabajar con un tema tan desafiante y poco visibilizado como es la ESI (Educación Sexual Integral) para la etapa en la que estamos, la experiencia de trabajar con adolescentes y generar un espacio de conocimiento en conjunto.
También nos pareció muy rico el trabajo en comunidad y las instituciones tal como lo es el recorrido que hicimos en el transcurso del proyecto. Por otro lado, la experiencia que esto nos brinda para aprender, formarnos como profesionales, y desempeñarnos en el manejo de grupos.
Además, salirnos de la idea de la psicología tradicional diseñando otras maneras de intervención para lograr el mejor manejo de campo, diseñar los encuentros, las reuniones, los espacios de supervisión que nos acompañaron.
Nuestro equipo estuvo conformado por estudiantes de diferentes años de la carrera lo que generó una multiplicidad de miradas al momento de arribar a una intervención como lo fue la planificación de talleres, abordaje de temáticas y compartir espacios.
– ¿Qué sintieron al momento de escuchar las inquietudes, miedos y experiencias de los alumnos del colegio?
“Sentimos miedo, y se preguntarán: ¿por qué?
Porque el estar allí en ese encuentro real con esos adolescentes y sus inquietudes, demandas, sus historias personales, su día a día, nos posicionaban en un lugar de responsabilidad, en el cual muchas veces sentimos que tambaleamos y que nos tocaba desde lo personal, ya que allí se jugaban muchas cosas, fue todo el tiempo una construcción y un ida y vuelta muy intenso.
Sin embargo el compartir, y el tenernos a nosotros mismos como equipo ayudó a derribar los miedos.
La espera de cada miércoles, la sonrisa y el abrazo, generaron en nosotros un fuerte impacto, de alguna manera sentimos que pudimos devolver algo de lo que ellos nos dieron, eso es impagable y fue hermoso”.
– ¿Recomendarían participar en este tipo de proyectos a los demás estudiantes universitarios?
Sabrina: “Por supuesto que sí. Basados en la lógica de que en la universidad existe un harto manejo de la teoría, de las experiencias de quienes tienen más camino, las prácticas, es decir, la vivencia real de estas experiencias con otros son parte de la formación como psicólogos en nuestro caso, teniendo en cuenta que somos nuestra propia herramienta de trabajo en relación a los otros, la sensación que genera estar parado frente a los demás, de escucharlos, de que te escuchen, el cara a cara, sos vos frente a un escenario incierto, por ello tomar estos desafíos es enriquecedor tanto para la profesión como para la vida personal.
Drago: “Por supuesto que sí. Uno aprende muchísimo en actividades de este tipo, crece tanto de manera personal como profesional. Hay que aprovechar al máximo estas posibilidades que la facu te brinda para formarte. Es volcar todo lo que uno sabe en la práctica, y es adquirir muchas cosas más que no están en los libros y tampoco en las salidas a contexto, este proceso es muy distinto y muy enriquecedor.
– ¿Piensan que fue útil y beneficioso para los destinatarios del taller?
“Si, mucho. Si bien aprendimos entre todos, y juntos construimos los conocimientos en cada taller de ESI, y en el lazo que establecimos con la comunidad del barrio, estamos
convencidos de que los chicos de la escuela pudieron llevarse de los talleres mucho de lo que trabajamos ahí, y ponerlo en práctica no tan solo en su vida personal, sino
además impartirlo a sus vínculos cercanos.
Dimos uno de los primeros pasos de los tantos que se pueden recorrer, y eso lo supimos valorar y apreciar entre todos: alumnos, docentes, directivos y equipo de trabajo”.
Para finalizar, solicitamos unas palabras a la encargada del proyecto y docente de la Universidad, Lic. Silvia Noemí González, quien expresó:
“Estos espacios de participación colectiva permiten la construcción y deconstrucción de algunos saberes, preconceptos, prejuicios y tabúes en relación a estos temas que se encuentran naturalizados en la vida cotidiana y, a partir de los cuales se establecen modos de vinculación con otros, que afectan al desarrollo personal en los diferentes planos: afectivo, cognitivo, biológico y sociocultural.
A modo de conclusión, estamos convencidos de la necesidad de trabajar ESI en las escuelas.
Hemos visto que la educación sexual sigue siendo un tabú en nuestra sociedad y pensamos que lo más importante es pensar esta temática como algo integral, que va más allá de lo que comúnmente se entiende por sexualidad.
Agradecemos y felicitamos profundamente a los alumnos que llevaron adelante e hicieron posible este proyecto: Andrea Balado, Andrea Bermúdez, Sabrina Caram, Drago Jovanovich, Luz Kriezbaun, Martina Ruiz Moreno, Emiliano Solá y Camila Zalazar.