Científicos del Conicet demostraron cómo el insecto se adaptó a las bajas temperaturas de la Ciudad de Buenos Aires. El descacharrado debe continuar durante todo el año.
En la Argentina, y hasta la semana del 8 de mayo, fueron notificados 52.594 casos sospechosos de dengue de los cuales 22.320 resultaron confirmados, sin antecedentes de viaje. Con la circulación de tres serotipos, una alerta regional y detección de circulación viral en 18 provincias del país, este fue el peor año desde el 2016. Los boletines epidemiológicos de los ministerios de Salud de Nación, Ciudad de Buenos Aires y provincia de Buenos Aires, muestran que tanto Caba como el conurbano bonaerense viven un pico muy agudo del brote.
Especialistas esperan que los casos de personas infectadas por dengue vayan disminuyendo, con la llegada del frío. Sin embargo, las variaciones en la temperatura no implican que el mosquito desaparezca, y es por eso que las tareas de descacharrado y limpieza de recipientes debe hacerse todo el año. Ya lo dice el Ministerio de Salud de la Nación: “Pese a que durante los meses de frío los mosquitos adultos reducen su actividad, si se encuentran en una casa conservan la temperatura de su interior. Solo a muy baja temperatura, los adultos se mueren, pero los huevos son capaces de sobrevivir durante el invierno”.
De hecho, investigaciones llevadas a cabo por científicos argentinos muestran cómo frío y Aedes aegypti (mosquito que, además del dengue, es agente transmisor de otras enfermedades, como zika y chikunguña) pueden llevarse bien. “La mayoría de los estudios sobre los efectos de la baja temperatura en el desarrollo de etapas inmaduras de Aedes aegypti se han realizado a temperaturas constantes en el laboratorio, es decir, en un enfoque poco realista, que puede no reflejar con precisión las condiciones ambientales variables en el campo”, advierten la bióloga Sylvia Fischer y su Grupo de Estudio de Mosquitos (GEM) del Instituto de Ecología, Genética y Evolución, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, en un paper publicado en la revista de la Entomogical Society American.
En ese caso, los investigadores del Conicet evaluaron el efecto de las temperaturas constantes y las bajas temperaturas fluctuantes en la aptitud del mosquito en Buenos Aires. Para eso realizaron tres tratamientos a 12, 14 y 16 grados centígrados como temperaturas constantes, y otros tres a 12, 14, y 16 grados, con un margen de cuatro grados más o menos. Luego, los especialistas analizaron la supervivencia, el tiempo de desarrollo y el tamaño de los Aedes aegypti adultos para cada tratamiento. Lo que hallaron es que “la población de estos mosquitos de la ciudad de Buenos Aires tiene una mayor tolerancia a estas condiciones que las poblaciones de otras regiones geográficas evaluadas en estudios anteriores”.
Pero esto no es todo. El grupo hizo además otra investigación cuyos resultados llamaron la atención porque indican que el frío aleja cada vez menos a los mosquitos transmisores del dengue. “En el caso del Aedes aegypti, la supuesta incapacidad de los huevos para inhibir la eclosión se ha utilizado para explicar la restricción de esta especie a las regiones tropicales y subtropicales. Sin embargo, el rango de este mosquito se expande constantemente hacia regiones templadas”, explican en un paper en el Journal of insect physiology (Revista de fisiología de los insectos). Y es por eso que se propusieron estudiar la capacidad de los aedes de una región templada como la Ciudad de Buenos Aires para entrar en “latencia inducida por fotoperíodo”. Es decir, en una detención del desarrollo en respuesta a condiciones desfavorables en entornos que varían temporalmente.
Descubrimiento
Los huevos de este mosquito son capaces de sobrevivir hasta un año sin agua y también resisten temperaturas bajas, y hasta ahora se creía, además, que los huevos permanecían en estado latente a lo largo de todo el invierno, para eclosionar a partir de la primavera, es decir, cuando la temperatura y la humedad aumentan. Pero el trabajo del Grupo de Mosquitos mostró algo diferente: los Aedes aegypti están capacitados para completar su desarrollo a una temperatura de apenas 12 grados centígrados. Los experimentos de Fischer y su equipo mostraron, en terreno real y fuera del laboratorio, que la eclosión de los huevos del mosquito y el desarrollo del insecto no se detienen.
Durante el período invernal pueden eclosionar más del 45% de los huevos, y una gran parte de las larvas pueden desarrollarse y alcanzar el estado adulto. Ya a fines del año 2016 Fischer, advertía, desde una nota en Nex, publicación de la Facultad de Ciencias Exactas: “La alta eclosión de huevos de Aedes aegypti a lo largo del invierno, así como la elevada supervivencia de las larvas durante los meses de junio, julio y agosto que observamos en nuestros experimentos, sugiere que la población local de estos mosquitos se estaría adaptando a las condiciones invernales de la Ciudad de Buenos Aires. Esto podría tener implicancias para la expansión de esta especie hacia zonas más frías del país”.
El actual brote de dengue en el país y en América Latina y el Caribe ya había sido advertido por los especialistas desde el año pasado. A través de la Plataforma de Información en Salud de Las Américas (Plisa), epidemiólogos y especialistas en enfermedades tropicales habían informado que en el 2019 se habían registrado en las 3.104.180 casos notificados de dengue en las Américas, de los que 1.344.305 fueron confirmados. Un total de 7.893 personas sufrieron dengue grave y 1.523 enfermos murieron.
El invierno no frena al Aedes aegypti, por lo cual es imprescindible descacharrar y descacharrar y descacharrar. Algo así como el testear, testear y testear que pidió allá por el mes de abril el Director Ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom, en referencia a la pandemia causada por el coronavirus Sars-CoV-2.
Fuente: https://www.ellitoral.com.ar/corrientes/2020-5-24-2-54-0-el-mosquito-del-dengue-sigue-existiendo-aun-con-el-frio-invernal